Rompiendo la dependencia… lulo floreciente
Son las cinco de la mañana en una pequeña finca de la vereda
El Placer en Guacari (Valle). Comienza
el canto de los gallos, el primer hilo de sol aun ni asoma, pero la vieja radio
del abuelo ya está encendida y los pájaros empiezan a trinar anunciándolo.
Un hijo ilustre de esta tierra, Jayduber, está listo para
salir y aunque tiene a 500 metros de distancia el Ingenio Azucarero en donde le
gustaría trabajar, toma rumbo contrario, se dirige a Cali –son 40 kilómetros de viaje-, a su cita con el
destino. Su madre, temerosa, lo despide
con un beso, encomendándolo a la Gloria del Señor, pues es consciente de la
discapacidad cognitiva de su hijo, del temblor en sus manos, de la dificultad
que tiene para leer y escribir… El lulo comienza a nacer.
“He sido temerosa de
separarme de mi hijo desde pequeño, por su discapacidad, pero sus ganas de
salir adelante me hicieron cambiar de opinión. Él empezó a colaborarle a mi
esposo hace siete años en la finca, recolectando lulo y maracuyá; así pudo
conseguir el dinero con el que compró un celular y una bicicleta”, dice Rosa Olga González.
Años después, una instructora para niños especiales, que lo vio
tapando goles con gran estilo, lo llevó a la Fundación Pensarme, de El Cerrito
(municipio vecino de Guacari), donde justamente tenían un programa de
fútbol. Más adelante el profesor vio sus
cualidades, no sólo las de arquero, sino la disciplina, seriedad y constancia… El
lulo empieza a crecer y la dependencia a romper.
En abril de 2012, cuando ya Jayduber tenía 22 años, recibió
la ‘noticia bomba’ - que viajaría a
Santiago de Chile a un torneo de fútbol para personas en situación de
discapacidad, porque era buenísimo como arquero, algo sorprendente “ni pa qué más te cuento”, dice doña
Rosa… El lulo comienza a brotar de la rama.
A mediados de 2013, el profesor Germán les comentó que iba a
salir un programa del SENA donde no era necesario que los aprendices tuvieran
que ser bachilleres y que los iban a
apoyar a todos gracias a una nueva ley, algo de no creer para los padres.
Se trata de la formación en Auxiliar de Almacenamiento,
Empaque y Embalaje Cero lectura – Cero
escritura, orientado a jóvenes que
aunque presentan bajos o nulos niveles de lectura logran decodificar y tener
recordación. Este proyecto piloto SENA es desarrollado en convenio con la
Fundación Best Buddies (organización internacional sin ánimo de
lucro, cuyo objetivo es potenciar habilidades socios laborales en personas con
discapacidad cognitiva). A su vez, la fundación contacta a empresas
patrocinadoras como Serdán, Juan Valdez Café y Cellnet, donde los jóvenes
encuentran oportunidades laborales.
Una madre, aún temerosa por la discapacidad de su hijo,
entendió que era una oportunidad de oro para él y después de mucho pensarlo
tomó la decisión de matricularlo en diciembre de 2013, comprendiendo que de
ahora en adelante Jayduber tendría qué valerse por sí solo. Oficialmente se convirtió
en aprendiz SENA.
María Nancy Florez Lozano, instructora SENA, al referirse a
la metodología del Programa, del cual
hace parte Jayduber, refirió: “Cinco
instructores hemos diseñado unas estrategias metodológicas para llegar a la
consecución del aprendizaje de los 20 muchachos que hacen parte del
programa. Mediante una formación
integral les reforzamos valores, competencias de escritura, trabajo en equipo,
técnicas y TIC”.
Según María Nancy, la idea es que los muchachos, cuando
terminen su formación, puedan leer y
escribir tanto textos como números. “Las
empresas les van a hacer el requerimiento de esa competencia en algún momento,
y aunque no es parte del programa para nosotros es un compromiso social”,
precisó.
Hoy Guacari, población famosa en Colombia por el árbol del
mismo nombre que aparece en las monedas de $500, ya tiene otro orgullo:
Jayduber Victoria González, quien ya tiene patrocinio de Serdán y se está
trazando muchas metas. “Quiero hacer mis propios gastos, ir
ahorrando y pienso seguir trabajando.
Con el dinero que he ahorrado, me vine a vivir a Cali con una tía, y
aunque me da duro ver a mi mamá sólo cada quince días, por ahora sólo puedo
decir ‘El SENA es una elegancia’, ahora estoy más cerca del Ingenio donde
quiero trabajar”… El lulo, que ya es verde, inicia su camino a
la productividad.
Jayduber y el cultivo de lulo. Diez meses dura la práctica en el SENA, que también es el tiempo de crecimiento del lulo.
Por: Jorge Andrés Bello
Pérez. Centro de Gestión Tecnológica de Servicios.
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